Enfoques pedagógicos

Técnica y Didáctica son dos caras de la misma moneda. La técnica es el corazón de la enseñanza, es decir, la materia que se enseña, la didáctica trata de cómo se enseña. Está claro que una buena enseñanza aplicada a una técnica incompleta o descuidada es básicamente inútil. Pero una buena técnica, si no va acompañada de una enseñanza adecuada, no da buenos frutos. Un Método completo combina un contenido técnico riguroso con una enseñanza eficaz, la más importante de las cuales es el concepto socrático de Mayéutica. Un profesor que sabe utilizarlo facilita el aprendizaje, lo hace «vivo» y, sobre todo, hace posible que el alumno, o el deportista, comprenda verdadera y profundamente.

Las divisiones rígidas entre enseñanza frontal, vertical, horizontal o entre métodos analíticos, globales, inductivos y deductivos no son más que «visiones» parciales que se alternan y se ponen de moda de vez en cuando, según las tendencias del momento. Muy a menudo, cuando se viven de forma antitética, provocan divisiones en el plano teórico y mental con desarmonías que obstaculizan la difusión de la enseñanza correcta. De hecho, la Mayéutica contiene tanto temas técnicos como didácticos y combina la visión de conjunto con la atención a aspectos particulares y específicos que conforman «el todo», es decir, la materia que se enseña. El Maestro es el que más sabe, el que tiene autoridad para trazar el «camino» a seguir, pero al mismo tiempo es el que ayuda al alumno a desarrollar su potencial. Sobre todo, es quien sabe adaptar la técnica y la didáctica adecuadas según los distintos casos y las necesidades de cada momento. En lugar de imponer, fomenta el «descubrimiento» y el «recuerdo» de lo que sabemos en niveles más profundos de conciencia. Estas funciones también forman parte del concepto de «Magister ludi», en el que la autoridad del maestro no es ciertamente un fin en sí mismo, sino que es funcional a la consecución de un aprendizaje ideal y un conocimiento verdadero.

Hay ciertos canales de «comunicación» o «aprendizaje» que deben ser bien conocidos y desarrollados tanto por los profesores como por los alumnos. Las principales son tres:

  • explicación
  • demostración
  • corrección

Un buen profesor domina estas tres habilidades y sabe pasar ágilmente de una a otra. Para lograrlo, las funciones que deben formarse de manera específica se refieren a los siguientes ámbitos:

  • mental/teórico
  • visual
  • emocional
  • respiración
  • percepción/sensación
  • movimiento/técnica

Logicamente ogni persona ha i propri canali preferenziali (punti di forza). Generalmente, para mejorar se busca el camino aparentemente más fácil y cómodo, que es insistir en los propios puntos fuertes. Este camino, rápido sólo en apariencia, es en realidad el más largo y el que menos frutos da, ya que no nos lleva a deshacernos de los automatismos involuntarios, verdadera causa de la «zona de confort», que a la larga nos atrapan, nos impiden mejorar y así llegar a ser «completos» y libres. Por el contrario, es importante trabajar en todos los aspectos y especialmente en los puntos débiles para eliminar fallos y lagunas. Y esto es especialmente importante para quienes enseñan: si un instructor no ha desarrollado armoniosamente los distintos aspectos, no podrá comunicarse adecuadamente con todas las personas. Digamos que tenemos un deportista o un alumno que necesita una explicación teórica exhaustiva para entender bien: si nosotros, como instructores, tenemos lagunas precisamente en la teoría, desde luego no podremos desempeñar bien nuestro papel y no podremos comunicarnos con esas personas. Y lo mismo para los demás aspectos: si no somos capaces de demostrar bien o de fomentar la percepción del sentimiento correcto en nuestros alumnos, no podemos ser buenos profesores.

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