Hoy

El Método Caruso no es un sistema estático, y con los años ha seguido desarrollándose  profundizando aspectos técnicos, didácticos y culturales. Siempre he pensado que es justo compartir el conocimiento y transmitirlo a cualquier persona interesada. Pero existe el problema de enseñar las técnicas correctamente, evitando la difusión de errores y problemáticas.

Si hasta mediados de los años 90 se consideraba normal no enseñar la técnica de movimiento en los cursos de escalada, hoy ya no se puede prescindir de ella, al menos en palabras. Los beneficios que derivan de los contenidos técnicos y didácticos del Método respecto al viejo enfoque casual, llamado «instintiva», son tan evidentes que las asociaciones más importantes que operan en el sector me han pedido hacer para algunos de sus instructores cursos de formación específicos. Esto fue inicialmente positivo, ya que ha fomentado un cambio cultural en el enfoque de esta disciplina y la rápida propagación de ciertas técnicas. Pero en los últimos años, si por un lado, se han multiplicado los cursos que dicen enseñar el Método Caruso – y esto sólo me puede agradar – por otro lado tengo que reconocer que los contenidos  transmitidos están a menudo distorsionados, cuando no están completamente equivocados. Esto puede socavar los esfuerzos realizados para dar a conocer a los usuarios esas asociaciones un sistema eficaz, construido sobre una base científica, que desarrolla las habilidades motoras preservando la salud; en definitiva, un sistema basado en la calidad de la enseñanza.

Las razones por las que esto ocurre son diferentes. La principal es la creencia, por desgracia, bastante frecuente entre los instructores de escalada, de que sea posible aprender las técnicas del método en unas cuantas lecciones. Haciendo un paralelismo con las capacidades condicionales, es como si un instructor que nunca ha entrenado específicamente pensase ser capaz de hacer una tracción con un brazo o un dedo tras 2 o 3 sesiones de entrenamiento y luego tal vez pretendiese que los alumnos hiciesen lo mismo. ¿Cuánto daño causaría a sí mismo y a los demás? El hecho es que para aprender y realizar de manera adecuada las técnicas del Método  se necesita tiempo y práctica; transmitirlas a los demás es necesario además haber asimilado, a nivel conceptual y motor, muchas cosas más. En lugar de enseñar cosas equivocadas, sería mejor quedarse en el enfoque instintivo, al menos los errores se difundirían de manera casual y no sistemática, como ocurre a menudo.

Otras razones están relacionadas con la degeneración cultural y moral rampante en el mundo del deporte y por desgracia también en el montañismo y la escalada. Esto significa que las iniciativas inspiradas en sanas intenciones de mejora se deformen a veces en vez de apoyarse en los contenidos originales, por fines egoístas o tristes ansias de «poder».

Desde 2009 existe IAMA, la escuela oficial del Método® Caruso establecida en el Club Alpino San Marino (CASM). El CASM ha decidido involucrarme en primera persona para formar instructores IAMA, con el fin de garantizar la autenticidad de la enseñanza. Estos instructores – actualmente de San Marino, Italia y Suiza – son los únicos que han seguido la trayectoria formativa adecuada, en mi opinión, necesaria para enseñar adecuadamente las técnicas del Método. Es importante destacar aquí que la capacidad didáctica es diferente del rendimiento deportivo, un cierto nivel de escalada es necesario pero no suficiente para poder enseñar.

El CASM organiza actividades didácticas, a través de la escuela IAMA, con instructores autorizados, de acuerdo con los programas oficiales del club, tanto en territorio nacional como a nivel internacional.

A finales de los años 80 comencé a practicar Qi Gong, Tai Ji Quan y Shiatsu, excelentes disciplinas que proceden de la sabiduría de la cultura china antigua. Esto me permitió descubrir el arte del movimiento más natural y eficaz, además de lograr una mejor comprensión del cuerpo humano.

El Método ha nacido gracias a la integración de varios factores: la sed de conocimiento y aventura, la experiencia personal como escalador y alpinista, la pasión por una enseñanza genuina, el estudio de otras disciplinas deportivas y en particular de aquellas orientales mencionadas, aunque también los estudios clásicos.

De Sócrates, por ejemplo, he aprendido la importancia de la Mayéutica en la enseñanza, así como la concienciación de que un exceso de especialización puede hacerte más ignorante en lugar de mejor, si no va acompañada de un sentido de la humildad sobre el gran misterio que es la vida, de la sabiduría de quien sabe que no sabe, y consecuentemente investiga para conocer y comprender más.

En los últimos años también he trabajado en la educación de gestión, aplicando el enfoque y las «tácticas» del Método a la solución natural de situaciones difíciles a nivel de gestión.

Publiqué el libro L’Arte di arrampicare (El arte de escalar), ed. Mediterranee 1992, el documental L’Arte di arrampicare, SD Cinematografica 1998 y el manual Progressione su roccia para la Junta de Guías de Montaña, Vivalda editori 1998, que recibieron, respectivamente, los premios Coni (1994 y 1998) y el Cardo d’Argento del premio Itas en 1999 (Festival de Trento). En 2007 escribí las partes sobre la técnica de movimiento para el Manual de roca CAI, publicado en 2008.

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