Técnica y adaptabilidad

El nuevo enfoque de la técnica del esquí fuera de pista surgió, ante todo, de la comprensión de la relación entre el equilibrio del cuerpo sobre los esquís y los patrones de movimiento en el amblaje y la travesía. Todos los grandes errores se derivan de la tendencia primordial a exagerar la ambición. Por ejemplo, la deambulación provoca la rigidez del torso, lo que hace que el peso se desplace hacia atrás y el cuerpo rote. Para contrarrestar esta tendencia, al igual que en la escalada, tenemos la posibilidad de intervenir de forma selectiva con el patrón cruzado: este patrón favorece la centralidad del peso, la primera característica fundamental de un buen esquiador. Todos los demás ejercicios, que no trabajan sobre el patrón cruzado, no son tan eficaces para adquirir la verdadera centralidad. Además, el movimiento cruzado ha permitido desarrollar, en el ascenso con pieles, la inversión de dirección según el patrón cruzado simultáneo, que se convierte en fundamental en el esquí de montaña, ya que permite la continuidad del movimiento sin interrumpir el ritmo de la marcha.

La gestión precisa del peso del cuerpo en las tres posiciones, centro-adelante-atrás, junto con el trimado en cruz y ambladura, garantizan que los esquís reaccionen a nuestro movimiento de la forma deseada.

Un aspecto difícil de enfocar -si no a nivel teórico, desde luego desde un punto de vista práctico- es comprender que la respuesta de los esquís no sólo depende de nuestra gestión del peso, sino también de la consistencia del manto de nieve. Si no se comprenden estos principios generales, es imposible pasar sin problemas de una situación de nieve dura a otra de nieve polvo o costra ventosa. O más bien, sólo podría ser posible mediante un nivel de práctica muy elevado y poco común. El MC, en cambio, se dirige a todos, no sólo a los especialistas. Al contrario, los primeros en beneficiarse de ella son precisamente las personas normales que desean optimizar el tiempo de que disponen para obtener los máximos resultados.

La segunda característica importante, prerrogativa de un esquiador completo, se refiere a la capacidad de gestionar el peso sobre ambos esquís. El peso predominante en el esquí exterior, útil e indispensable en terrenos helados y escarpados, es, por ejemplo, absolutamente negativo en nieve profunda o en costra ventosa.

La tercera característica es la capacidad de poder aumentar o disminuir la anchura de las patas en función del tipo de nieve y de la pendiente.

Te podría interesar